La Segunda Guerra Mundial sentó las bases para el desarrollo de la industria de la aviación, ya que durante este período se hacía necesaria la movilización de personas, provisiones y cargas entre lugares distantes, que no podían realizarse por vías terrestres o marítimas; asimismo, la utilización de los aviones como medio para atacar a los oponentes durante el conflicto bélico motivó el interés por regular esta práctica, a fin de normar el uso de los espacios aéreos de los Estados, establecer las rutas y fines de las aeronaves.
Por tal motivo, en diciembre de 1944, se reúnen en la ciudad de Chicago, 54 países a los fines de asistir a la Conferencia de Aviación Civil Internacional. Producto de esta actividad, se acuerda suscribir en fecha 7 de diciembre de 1944, el Convenio sobre Aviación Civil Internacional (conocido como Convenio de Chicago) por 52 de las 54 naciones asistentes, entre ellas Venezuela. Este Convenio estableció los principios para crear las normas y procedimientos de la navegación aérea mundial cuyo objetivo principal es lograr un desarrollo “seguro y ordenado”, así como que los servicios de transporte aéreo deben ejecutarse sobre los principios de igualdad de oportunidades para todos los Estados, a fin de lograr un desarrollo sano y económico para todos, incentivando la cooperación internacional que tanto necesitaba el incipiente sector aeronáutico.
La República Bolivariana de Venezuela suscribió el Convenio sobre Aviación Civil Internacional el 1 de abril de 1947 y, a partir de ese momento, se encuentra acreditada ante la Oficina Regional Sudamericana de la OACI (SAM), con sede en la ciudad de Lima, República del Perú, la cual tiene como misión proporcionar asistencia a todos los Estados suramericanos en los asuntos relacionados al desarrollo de la aviación civil internacional a través de reuniones, capacitación, correspondencia y visitas a los propios Estados, con el objeto de lograr el cumplimiento de las normas y métodos recomendados de la OACI.